Todo viaje a la montaña tiene su novedad. La de éste, ha sido la lluvia. No es la primera vez que nos pilla lluvia o nieve, pero sí de las pocas. Y creo que es la primera vez que las inclemencias meteorológicas nos obligan a una prudente retirada. En el Catoute no mojamos a conciencia, pero cuando estábamos terminando la actividad. Y este invierno en Ancares nos mojamos también, pero como estaba previsto, ya teníamos para ese día una actividad pensada para la lluvia
Comiendo bajo la lluvia en Ancares.
El criterio organizativo que siempre he seguido, programar con poca antelación y en función de las previsiones meteorológicas, hace que muchas de las personas que salen conmigo no hayan tenido que gestionar tan mal tiempo como para tener que renunciar a una ruta. Pero eso pasa. Y nos pasó el domingo. La subida al Curavacas, con la pedrera mojada y las rocas empapadas, estaba más peligrosa de lo que debemos asumir. Tocó darse la vuelta y así lo hicimos. Con la alegría de haber estado allí, de conocer una zona nueva y sobre todo, la de haber sido capaces de hacer lo correcto.
Eso sí, el sábado pudimos gozar de una jornada de montaña muy especial. Todo el grupo ascendimos hasta Peña Prieta, el pico más alto de la Montaña Palentina. En un día con amenaza de lluvia y fuertes vientos por encima de los 2.200m, hicimos cumbre, anclados a los valores que siempre defendemos: solidaridad, respeto a la montaña y disfrute de lo que estamos viviendo y compartiendo.
Podéis ver más fotos aquí: https://goo.gl/photos/4wG1MgUTF6E3gaLg8