La lluvia también trae belleza.
Grupo reducido por la tan necesaria lluvia, pero grupo como siempre maravilloso. Y abierto a disfrutar de lo que tocase: mojarse, calentarse al sol, llevar mucha atención para no resbalar, parar para mirar el paisaje...Nuestra vuelta por el valle nos acercó a una auténtica ciudad de abejas, que nos alegró ver, conscientes del daño que están sufriendo por causa de la velutina y por la de los seres humanos, no nos olvidemos.
El río, el bosque y el camino, ofreciendo diferentes aspectos según lloviera o saliera el sol, fueron testigos de una caminata amable que durante cuatro horas nos sirvió para entrenar y para disfrutar de una espectacular mañana.
¡¡NOS VEMOS EN LA SIGUIENTE!!