Por el río Texeiro y O Aguillón





Pues no, no llovió. Aprovechamos, entonces, para dar un extra de atención plena a nuestra ruta, buscando un itinerario que nos mantuviera siempre bien presentes, centrados en cada paso, en cada agarre de manos y en la espectacular belleza de cada metro del camino. La ausencia de senderos y la frondosidad de la vegetación en la primara parte del recorrido, impedían ver más allá de los dos siguientes pasos. Una invitación a estar en cada metro del recorrido. A mayores, la belleza de una fraga salvaje, apenas visitada, nos ayudaban también a vivir el momento con plenitud. No llovió, pero nos dio igual, con o sin lluvia una gran jornada



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