Sábado 28 y domingo 29 de octubre. Aprovechamos para ascender a los Fontanes, en el macizo de los Ubiñas. Ruta de cierto nivel de dificultad técnica y bastante dura. No la publicamos previamente, el grupo se formó con personas que ya habían manifestado sus ganas de realizar ésta actividad y que aunque saben que va a costar, están dispuestas a intentarlo.
Mejor no pudo salir. El tiempo templado y seco nos dio facilidades. La belleza de las dos jornadas y el ambiente del grupo ayudan a subir...Y a bajar. Y sobre todo, nos ayudan a completar la experiencia: no solo deporte, no solo subir y bajar. Apreciar la belleza, dejarse llenar por ella, ser parte de ella. La capacidad de subir y bajar, de moverse en la alta montaña, sí. Pero también la de apreciar los matices del paisaje, la luz, los movimientos de las nubes, la compañía del grupo. Pararse y apreciar la grandeza del recorrido. Mirar un paisaje que miramos por primera vez, siendo conscientes de que tal vez sea también por última, y disfrutarlo más por eso.
Silencio, soledad, belleza y la gratitud hacia nosotras mismas por habernos dado el regalo, pagado con mucho esfuerzo, de haber estado allí y de haber conocido aquellas montañas y de haberlas disfrutado en paz y con alegría. Así fue el viaje. Maravilloso e irrepetible.
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