La ruta fue el domingo 21 de octubre.
Y empezó con un ejercicio que mezcló exploración, atención plena y solidaridad. Nos dimos 40 minutos para recorrer y explorar el pequeño y hermoso laberinto que forman Os Grobos, unas moles de roca calcárea, recubiertas de vegetación.
Por caminos que ya apenas lo son
El grupo se dispersó en el paisaje,
ofreciendo a cada persona la oportunidad de sumergirse en la experiencia a su manera, buscando los recovecos que encierra este lugar.
Acabamos el recorrido, recordando la impermanencia: todo acaba. La belleza del lugar estaba empezando a generar apego (no es para menos)
Y de Os Grobos hasta el bosque. Recorrido tranquilo y silencioso.
Por caminos que ya apenas lo son
Hasta la zona de las grandes vistas, donde pudimos comer, cada quien según sus preferencias, en silencio y soledad o en pequeño grupo.
Llegamos a Morcelle y desde ahí hasta Cormes y desde Cormes, una nueva inmersión en lo más profundo del bosque, disfrutando hasta el final de cada árbol, de cada paso y de cada bocanada de un aire fresco y denso, que introducía vida en nuestros pulmones.
En esta ruta, también hay que destacar la belleza de las aldeas por las que pasamos: Agüeira, Cela, Morecelle y Cormes.
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Gracias a todas las personas que participaron en esta actividad
¡NOS VEMOS EN LA SIGUIENTE!