El día 24 de marzo subí desde La Granja de San Ildefonso hasta Peñalara. Había mucha nieve, sobre todo a partir de los 1500m. Las temperaturas eran relativamente altas y el manto blanco se encontraba pastoso y blando. Lo normal era que me hundiese hasta las rodillas. Lo excepcional, que me hundiese unos 20 cm y de vez en cuando, me veía metido en la nieve hasta la mismísima cintura. Así, progresar en solitario, sin huella previa, era agotador. Hasta el Chozo de Arangüez (a unos 1850m de altitud) sufrí, pero la esperanza de encontrar nieve dura en la cara norte de la montaña y la belleza espectacular del día, eran suficiente motivación para seguir adelante. Cuando dejé atrás el chozo y empecé a ascender las inmensas palas de la cara norte ( 600m de desnivel, rampas de unos 35º), seguía hundiéndome lo mismo, a veces más, con el agravante de la fuerte pendiente. Poco a poco, las esperanzas de que el terreno mejorase fueron desapareciendo. Veía zonas en las que parecía que la niev
Rutas y prácticas mindfulness en la naturaleza, inspiradas en la ecología profunda.