Hace unos días, tras realizar una exigente ruta por el lecho del río Eume, en la zona del cañón que hay entre la central de la Ventureira y la presa, experimenté con fuerza la atención plena a lo que estaba pasando y a lo que estaba haciendo. Cada escalada, cada salto, la búsqueda de pasos posibles entre las inmensas rocas y las pozas y cascadas que forma el río, exigían y generaban atención plena. Mi mente estaba sólo y exclusivamente en el momento. Por eso ese tipo de actividades enganchan y sientan bien. Generan presencia. Ese día me propuse observar lo que ese tipo de presencia comparte o no con la que emana de la meditación y de la contemplación. Unos días después me encontraba en la Sierra de Gredos, superando neveros y trepando largas canales que nunca antes había explorado; entregado a la actividad, centrado, presente, para terminar un poco más tarde (y tras una trepidante bajada) junto a una hermosa laguna (la del Güetre, para quienes conozcáis la zona)
Rutas y prácticas mindfulness en la naturaleza, inspiradas en la ecología profunda.