Aunque fueron pocas las personas que se animaron a participar en esta actividad, la experiencia fue muy enriquecedora. Sirvió para aquilatar el trabajo de atención plena en un contexto para la mayoría extraño, como es el monte por la noche. La disminución del sentido de la vista como proveedor de información, hace que el resto de los sentidos cobren protagonismo a la hora de configurar la experiencia del momento presente. Y eso brinda oportunidades poderosas para la atención plena: la información que llega en forma de sonido, o de tacto (el viento, los objetos del suelo), requiere de un extra de atención para ser procesada,pues el complemento visual que nos permitiría aprehender la situación sin exceso de atención, no está apenas presente. Así, de manera casi insconsciente, la presencia de cada persona aumenta. Además, nos permitió gozar, con los sentidos ampliados por el extra de atención, de un cielo estrellado y muy hermoso. Y reconocer nuestra comarca desde la altu
Rutas y prácticas mindfulness en la naturaleza, inspiradas en la ecología profunda.