Un día agridulce. Dulce por el grupo, por la belleza de la ruta y por todo lo compartido en tantas horas de montaña; agrio por los fuegos que podíamos ver arrasando la Tierra a nuestro alrededor.
La dureza de la actividad, 25km y 1300m de desnivel acumulado, nos dieron la oportunidad de trabajar con la gestión del ritmo, con la fuerza del grupo y con la administración del descanso. La respiración como referente.
La belleza de la ruta nos volvió a llenar de sensaciones.
Y los fuegos circundantes nos hicieron mirar a un suelo que, para las fechas en las que estamos, se presenta seco. Si no cambian las cosas, el verano pinta terrible.
Aquí podéis ver las fotos