Aquí damos cuenta de la ruta, pues fue "especialmente especial": una ruta nocturna, en una noche de cielo despejado e incluyendo algunas actividades que...¡Mejor os las presento!
Inicio de la ruta, cuando aún quedaba algo de luz, para favorecer la adaptación de los ojos a la oscuridad. Empezamos por buenos caminos, para ir cogiendo confianza poco a poco.
Antes de llegar al bosque, nos despedimos de los últimos reflejos de luz.
Y llega el momento de encender las frontales y de poco a poco, centrarse en el camino. Las dificultades habituales en las sendas que discurren junto al río Mandeo, se disparan por la noche, lo cual genera máxima concentración y presencia.
Una vez adaptados los ojos y los cuerpos, nos damos unos metros de separación, no hacen falta muchos para ver desaparecer en la noche a la persona que llevamos delante, ni sentir a la que viene detrás. Es sorprendente comprobar cómo la razón, que nos dice que no estamos solos, no es capaz de anular las sensaciones de soledad. Una forma espectacular de trabajar la gestión emocional.
De nuevo en grupo, llegamos a Chelo. El centro de interpretación está algo iluminado, recordándonos que estamos en una civilización tecnológica. Unos segundos antes y otros segundos después, esta sensación va a desaparecer. La noche en el bosque, en el fondo de un valle, es particularmente oscura y nos hace conectar con nuestra vulnerabilidad. El simple ejercicio de apagar las linternas y dejarnos envolver por la noche, es un baño de humildad que viene muy bien a una especie, la humana, embebida de soberbia y enganchada a la tecnología.
El camino nos regala momentos especiales. Una araña brilla en la noche, iluminada por la linterna. O la corriente del río, que se escucha con fuerza y apenas se ve.
O las luces del centro de interpretación, reflejadas en el agua.
Seguimos camino. Hay un camino que va por el suelo y otro que sigue a la luz. Hacerlos coincidir nos lleva a dónde queremos ir, sea dónde sea.
Las últimas oscuridades. Al final nos espera La Luz, en este caso la artificial. Y muy cerca, la cena.
Una experiencia maravillosa que sin duda
REPETIREMOS EN BREVE.
REPETIREMOS EN BREVE.
¡¡FELIZ AÑO!!