INTRODUCCIÓN. En la ruta del pasado 30 de abril al Monte Pindo sufrí un accidente moderadamente grave. Una caída por resbalón hasta el río, desde una altura de 1,7 metros y de espaldas. Un accidente absolutamente desligado de la imprudencia de asumir más riesgos de los debidos. Simplemente mala suerte. La lección más importante al respecto, es la de que en los momentos de relajación (me caí donde paramos a comer), cuando el peligro es mucho menor y bajamos el nivel de concentración, es ahí donde con más facilidad se producen los accidentes. La segunda lección es que hay sitios, como por ejemplo en Pindo, pero también zonas de las Fragas do Eume, o el río Cambás, donde podemos minimizar los riesgos, pero si pasa algo, si al final hay un accidente, mejor que el grupo sea lo más autosuficiente posible, pues no es tan fácil recibir ayuda eficaz del exterior. Esto es algo que sobre lo que tendré que reflexionar a fondo a la hora de seguir o no proponiendo actividades de naturaleza. En mi
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