En esta sierra, la más elevada y agreste del Sistema Central, tuve, hace muchos años ya, mi primer encuentro con la alta montaña. Y desde entonces siempre que puedo, regreso. Cada viaje es una vuelta a casa. El de este año (2018) ha estado marcado por los grandes neveros que aún persisten. No recordaba tanta nieve en la sierra desde hace veinticinco años.
El viaje, maravillosos como siempre, ha incluido, dos cumbres (risco del Güetre y Morezón), dos travesías (Gargantón y Regajos Llanos), algún que otro baño en aguas muy frías y mucha, mucha camaradería.
Y para mi, ha sido el punto y final de un periodo de reflexión sobre el mindfulness y mi trabajo intentando llevarlo a la práctica en la naturaleza.
Tras mucho observar lo que hacemos y sus resultados, tras mucho reflexionar sobre la evolución del mindfulness en mi entorno, en este viaje por fin me he hecho consciente de que ha llegado, para mi, la hora de dejarlo. Por eso los cambios en el nombre del blog. En breve, publicaré un artículo con más explicaciones sobre esta decisión y los caminos que ahora albisco por delante. Hasta entonces, os dejo algunas fotos de esta ruta iluminadora.