En una actividad consciente, si algo no puede faltar, es la conexión: con las demás personas del grupo, con el entorno y por supuesto, cada quien con su ser. Y esa conexión se expresa de maneras diferentes y complementarias, infinitas formas de manifestarse tiene la conexión. En nuestra última ruta, conectamos compartiendo la belleza recién descubierta,
con el humor, con el apoyo mutuo ante las pequeñas dificultades del camino. Y digo una vez más, con el humor.
A esto hay que sumar el maravilloso rato compartido en la cantina restaurante de Colinas del Campo, el Aguzo, al que contribuyó la generosidad y simpatía del dueño del local ¡Gracias, compañero! Y gracias por las ideas para nuevas rutas, esta vez montañeras, que en breve iremos a explorar.
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¡¡NOS VEMOS EN LA SIGUIENTE!!