Esta vez y sin que sirva de precedente, la ruta del domingo 23 de mayo fue un poco más larga de lo previsto. Había mucho que ver y mucho de lo que disfrutar, así que los once km previstos se convirtieron en unos dieciséis, que el grupo hizo sin enterarse, pues las personas que participaron están en muy buena forma.
La ruta nos sirvió para practicar la progresión por terreno rocoso.
Para encontrar momentos de paz y de calma en los tramos más bonitos y mejor conservados de este espacio natural.
Y visitar las aldeas que se resisten a perder su encanto y su belleza.
¡Ah! y las corredoiras que aún comunican diferentes núcleos de población
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