Los pronósticos meteorológicos no eran nada favorables (para la ruta del sábado 9 de noviembre), a pesar de lo cual, la mitad de las personas que habían reservado plaza decidieron seguir adelante con la actividad, así que nos preparamos a fondo para una jornada pasada por agua: chubasqueros, botas, polainas... y esto es lo que nos encontramos:
Un bosque lavado por el agua recién caída, con los colores y los aromas inundando todo el espacio. La luz iluminando la neblina que se elevaba desde el suelo. Los sonidos exacerbados por la humedad del aire. Una belleza elevada por los cambiantes matices de cada momento. Una gran jornada en la que los ríos bajaban disparados.
Y las cascadas y los rápidos se llenaban de espuma y sonido.
La decisión de aceptar las condiciones del día, de adaptarnos a ellas, tuvo una recompensa inesperada en forma de belleza, tranquilidad y la alegría de estar allí, disfrutando de la jornada.
Por cierto, las primeras gotas de lluvia que recibimos fueron al bajar del coche, al llegar a Betanzos.
¡Aquí queda el testimonio en forma de fotos! PINCHAD AQUÍ.
Y...Nos vemos en la siguiente.
Un bosque lavado por el agua recién caída, con los colores y los aromas inundando todo el espacio. La luz iluminando la neblina que se elevaba desde el suelo. Los sonidos exacerbados por la humedad del aire. Una belleza elevada por los cambiantes matices de cada momento. Una gran jornada en la que los ríos bajaban disparados.
Y las cascadas y los rápidos se llenaban de espuma y sonido.
La decisión de aceptar las condiciones del día, de adaptarnos a ellas, tuvo una recompensa inesperada en forma de belleza, tranquilidad y la alegría de estar allí, disfrutando de la jornada.
Por cierto, las primeras gotas de lluvia que recibimos fueron al bajar del coche, al llegar a Betanzos.
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