Recientemente hemos hecho una salida escolar a la zona de las Médulas y a la Sierra de Gistredo. Dos rutas, una de senderismo y la otra, de montaña. Y una noche en el albergue El Catoute, de Igüeña.
Este viaje se planteó como una acción educativa contundente basada en las siguientes ideas:
Inmersión en la naturaleza. Los modos de vida en la sociedad tecnológica genera una fuerte desconexión con el mundo natural, que algunos autores empiezan a relacionar con ciertas patologías que encuadran en el llamado "síndrome de déficit de naturaleza". Además, esta desconexión contribuye a una perdida de identidad: los seres humanos somos hijos e hijas de la Tierra, formamos parte de una comunidad de vida sin la cual, no somos los mismos, tal vez ni siquiera seamos sostenibles en el tiempo, si permanecemos desconectados de la trama de la vida. Una de las obligaciones de la educación, es favorecer ese reencuentro con el mundo natural y por tanto, de las personas consigo mismas, pues nuestra identidad está incompleta si ignoramos esa parte esencial de nuestra constitución como humanos.
La recuperación de esa conexión, se traduce en felicidad y plenitud. Y es percibida como alegría y diversión. La fiesta de volver a casa. La foto nos lo muestra con claridad.
Aprendizajes vivenciales. Hay diferentes accesos al saber, siendo los más eficientes los que mezclan más cantidad de canales. Si aprendemos solo a partir de la teoría, nuestro conocimiento puede quedar incompleto. Si además añadimos la práctica, el saber se amplía. Y si además vinculamos las emociones y los afectos, el saber alcanza todos su sentido. Esa forma de aprender a veces nos sirve para captar e interiorizar conceptos complejos, como las grandes unidades del relieve, los procesos de formación de las cordilleras, las relaciones de las sociedades humanas con la tierra
o los impactos del cambio climático. O nos sirve para reelaborar patrones motrices y adaptarlos a un terreno complejo y novedoso en nuestras vidas, o para descubrir el valor de la solidaridad y la ayuda mutua, o los valores de las personas con las que en el marco de convivencia habitual no conectamos. Este último aprendizaje es particularmente importante, pues amplía nuestra mirada, a veces tan limitada por los prejuicios, y nos ayuda a estar más abiertos a todo lo que nos rodea.
(EL ALBÚN SERÁ BORRADO EL VIERNES 5 DE ABRIL, ASÍ QUE DESCARGARLAS PRONTO)
Este viaje se planteó como una acción educativa contundente basada en las siguientes ideas:
Inmersión en la naturaleza. Los modos de vida en la sociedad tecnológica genera una fuerte desconexión con el mundo natural, que algunos autores empiezan a relacionar con ciertas patologías que encuadran en el llamado "síndrome de déficit de naturaleza". Además, esta desconexión contribuye a una perdida de identidad: los seres humanos somos hijos e hijas de la Tierra, formamos parte de una comunidad de vida sin la cual, no somos los mismos, tal vez ni siquiera seamos sostenibles en el tiempo, si permanecemos desconectados de la trama de la vida. Una de las obligaciones de la educación, es favorecer ese reencuentro con el mundo natural y por tanto, de las personas consigo mismas, pues nuestra identidad está incompleta si ignoramos esa parte esencial de nuestra constitución como humanos.
Aprendizajes vivenciales. Hay diferentes accesos al saber, siendo los más eficientes los que mezclan más cantidad de canales. Si aprendemos solo a partir de la teoría, nuestro conocimiento puede quedar incompleto. Si además añadimos la práctica, el saber se amplía. Y si además vinculamos las emociones y los afectos, el saber alcanza todos su sentido. Esa forma de aprender a veces nos sirve para captar e interiorizar conceptos complejos, como las grandes unidades del relieve, los procesos de formación de las cordilleras, las relaciones de las sociedades humanas con la tierra
o los impactos del cambio climático. O nos sirve para reelaborar patrones motrices y adaptarlos a un terreno complejo y novedoso en nuestras vidas, o para descubrir el valor de la solidaridad y la ayuda mutua, o los valores de las personas con las que en el marco de convivencia habitual no conectamos. Este último aprendizaje es particularmente importante, pues amplía nuestra mirada, a veces tan limitada por los prejuicios, y nos ayuda a estar más abiertos a todo lo que nos rodea.
Escuchando explicaciones y disfrutando de la belleza del paisaje del Bierzo.
Sobre cómo un desastre ecológico se convierte
en un paisaje de gran belleza, en las Médulas.
La convivencia y su aprendizaje específico. Se dice siempre que una de las bases de la educación es aprender a convivir. Más veces de la cuenta, la convivencia se desarrolla en un contexto antinatural de competencia (por las notas, en los deportes...) y represión, en nombre de la educación y el respeto. La convivencia y su aprendizaje alcanzan sus cotas máximas con la colaboración y la libertad. Sólo podemos descubrir la alegría y plenitud que emanan de la cooperación desinteresada, cuando lo hacemos libremente, no como resultado de una imposición. Es más, en la adolescencia, la necesidad de experimentar y elaborar un catálogo propio de experiencias vitales con las que orientarse en la vida, hace que las imposiciones no siempre den buen resultado. Sin embargo...en una excursión escolar hay que atender a ciertas normas...
La elección de un albergue, en un pequeño pueblo sin recursos de ocio nocturno y con noches muy frías como para andar por la calle, nos ayudó a gestionar la convivencia en libertad. El terreno de montaña y sus dificultades específicas, nos ayudó a fomentar la convivencia y la ayuda mutua. Y la alegría colectiva y compartida, nos ayudó a mezclar aprendizaje, experiencia, emociones y afectos.
Sobre la seguridad en montaña y su gestión en actividades educativas. Una de las obligaciones que tenemos quienes organizamos este tipo de actividades, es velar por la seguridad de nuestro alumnado. En esta ocasión, además del equipo docente, que incluía a una persona experta en montañismo y gran conocedora de la zona, llevamos un guía. Eso nos ha permitido atender al grupo y sus diferentes niveles y gestionar las dificultades que planteaba el terreno. La elección del itinerario, la época del año y las circunstancias meteorológicas, también suman, y mucho, en la gestión de la seguridad. Para saber más sobre el guía, podéis pinchar aquí.
Hay que resaltar el papel jugado por el equipo docente, facilitando el fluir de la actividad en un contexto de respeto, responsabilidad y libertad, no siempre fácil de conseguir.
La elección de un albergue, en un pequeño pueblo sin recursos de ocio nocturno y con noches muy frías como para andar por la calle, nos ayudó a gestionar la convivencia en libertad. El terreno de montaña y sus dificultades específicas, nos ayudó a fomentar la convivencia y la ayuda mutua. Y la alegría colectiva y compartida, nos ayudó a mezclar aprendizaje, experiencia, emociones y afectos.
Sobre la seguridad en montaña y su gestión en actividades educativas. Una de las obligaciones que tenemos quienes organizamos este tipo de actividades, es velar por la seguridad de nuestro alumnado. En esta ocasión, además del equipo docente, que incluía a una persona experta en montañismo y gran conocedora de la zona, llevamos un guía. Eso nos ha permitido atender al grupo y sus diferentes niveles y gestionar las dificultades que planteaba el terreno. La elección del itinerario, la época del año y las circunstancias meteorológicas, también suman, y mucho, en la gestión de la seguridad. Para saber más sobre el guía, podéis pinchar aquí.
Hay que resaltar el papel jugado por el equipo docente, facilitando el fluir de la actividad en un contexto de respeto, responsabilidad y libertad, no siempre fácil de conseguir.
Y ahora...¿Pirineos?
Picos de Los Infiernos y los lagos de Pondiellos.
(EL ALBÚN SERÁ BORRADO EL VIERNES 5 DE ABRIL, ASÍ QUE DESCARGARLAS PRONTO)