El fin de semena del 1 y 2 de octubre hicimos una ruta de montaña por Os Ancares. Por primera vez, la hicimos en formato "travesía": salimos del albergue de Degrada, fuimos hasta Piornedo por la la línea de cumbres de la montañas, allí hicimos parada y fonda, y al día siguiente volvimos de nuevo a Degrada, esta vez por el bosque.
Aunque no era una ruta mindfulness, al ser un grupo reducido y un terreno exigente, la presencia fue una constante entre las personas del grupo. Y las lecciones que a mi me dejó esta actividad, fueron amplias y profundas.
Durante la ruta, el grupo y las relaciones entre las personas que lo formábamos tuvieron mucha fuerza. Lógico, si tenemos en cuenta que íbamos a pasar dos días juntas, que afrontaríamos retos exigentes y que la mitad del grupo no se conocían previamente. Lejos del ambiente de las rutas mindfulness, las conversaciones y las risas fluyeron, hasta que el exigente tramo que hay entre el pico Tres Bispos y Os Penedoes impusieron un silencio solidario y concentrado. La noche en Piornedo, el tiempo para compartir, todo fue sumando para dar una importancia elevada al grupo y a las relaciones dentro del grupo. Disfrute compartido de paisajes muy hermosos...
...Y por fin llegaron las dificultades. La primera, el camino que une Piornedo con Vilarello estaba muy, muy cerrado de vegetación. Y esa fue la primera ocasión para practicar la aceptación alegre del momento, aunque el éste fuese difícil.
Como guía, nunca agradeceré suficiente las risas y comentarios que surgían entre las retamas y helechos. Creo que yo fuí el que peor llevó el momento, agobiado por la responsabilidad. Pero la capacidad de disfrutar del grupo, de sacar partidos insospechados a la adversidad,
reconozco que me emocionó.
Y cuando la maleza fue superada, los problemas se agravaron. Por primera vez en todos estos años que llevo organizando actividades, tuvimos un accidente. Una de las personas del grupo si hizo un esguince de tobillo. Tras sopesar todas las opciones, ví que lo razonable era llegar hasta Vilarello, buscar la manera de llegar a Degrada y volver con el coche a recoger a todo el grupo. La reacción de todas y cada una de las personas fue de solidaridad, pero no esa solidaridad solo ideológica, de quien sabe lo que hay que hacer y lo hace, le guste más o menos. La solidaridad profunda, alegre, de quienes comparten un tramo de Vida. Mientras Chicho buscaba un coche que nos pudiera llevar a Degrada, en un pueblo casi deshabitado, Cris, María y Tere recogían las mochilas. Tere vendó el tobillo de Marta, Marta nos iluminó con su forma de afrontar el momento.
Pensaba dejar de hacer este tipo de rutas. Pero si lo dejo, comprendí, perdería un punto de encuentro con personas que conozco y otras que no, en el que todas damos lo mejor que tenemos. Y disfrutamos dándolo. Sigo fijo.
Eso sí. Si el accidente de Marta se hubiese producido en un lugar más complicado o hubiese sido más grave ¿Que hacer? Tal vez para la próxima, a las personas no federadas, tengamos que hacerlas un seguro de rescate en montaña, como ya hacemos en los viajes a Pirineos o Sierra Nevada. Y no estaría mal incorporar en todas las rutas alguna persona que sepa más que yo de primeros auxilios...Tal vez.
Os dejo un enlace a las fotos:
https://goo.gl/photos/RkPtKYRspFzXyHtN6