LA ATENCIÓN PLENA Y LAS RUTAS NOCTURNAS

La atención plena en las rutas nocturnas







    Recientemente hemos organizado dos rutas nocturnas. La primera, junto con Transitum Natura, incluía, además, una cena al final del camino. Resultó tan interesante la caminata, fue tan conmovedora, que decidí repetir, esta vez en el formato "ruta mindfulness". Aunque a última hora la gripe diezmó el grupo, hicimos la actividad y el resultado, una vez más, fue impresionante.
    La incertidumbre que produce caminar por un oscuro bosque, al fondo de un valle, junto a un poderoso río, genera en las personas un extra de concentración y atención. Nos hace reencontrarnos con esa potencia humana, la atención plena, tan descuidada en nuestra cultura.
    Seguir el camino iluminado por el haz de luz de nuestros frontales, nos recuerda constantemente que vemos lo que miramos y que sólo cuando enfocamos nuestra atención en un objeto, éste se hace visible.
    Además nos enfrentamos a nuestras emociones, con tramos de soledad: en los estrechos caminos junto al río, con dejarnos un margen entre cada persona de veinte o treinta metros, quien va delante desaparece y quien está detrás, ni se ve ni se escucha. La sensación de soledad en un entorno natural salvaje remueve nuestro interior poderosamente. Y al tiempo, la seguridad de cada persona está controlada desde la organización.
    Parar, apagar las linternas y mirar la noche ¡qué experiencia de paz y conexión con nuestras entrañas y con el universo que nos envuelve! Sin palabras para describirlo.
   Curiosamente, a pesar de la humedad del terreno, de la menguada visibilidad y de todas las circunstancias adversas que confluyen en una ruta así, el índice de resbalones fue mucho menor que cuando hacemos los mismos caminos de día ¡El poder de la atención plena!
    Y no menos curioso: Desde el fondo del valle hasta la zona elevada donde tenemos el punto de llegada, tenemos que afrontar 300m de desnivel con pendientes que superan el 30%. Esas rampas, de día, cuando se ven, cuestan mucho más que de noche ¿por qué? El sufrimiento tiene un componente objetivo, en este caso el esfuerzo que hay que realizar y otro subjetivo: todo lo que añade nuestra mente, en este caso "que duro es esto" "lo que me queda todavía" "vaya rampa que viene ahora" "no voy a poder" etc. De noche nos centramos en cada paso, en cada respiración y seguimos andando. Restamos el sufrimiento subjetivo añadido y descubrimos que sin él, somos mucho más fuertes de lo que pensábamos. Otra de las grandes enseñanzas, o recordatorios, de la jornada.
    Tanto me ha gustado la experiencia y tan bien las han valorado las personas que en ella han participado, que sin duda SE REPETIRÁ.

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