Desde la ruta del 2017, no habíamos regresado al Monte Pindo. En aquella ocasión nos gustó resaltar el proceso de recuperación del territorio, tras el gran incendio del 2013.
Hoy, en plena pandemia y con todas las restricciones que hay a la movilidad, lo que sí podemos hacer es avanzar en la preparación de rutas (de momento, Betanzos y Miño siguen con la posibilidad de desplazarse por toda la Galicia no confinada, y la zona de O Pindo no lo está, a día de hoy). Ya lo hicimos la semana pasada con la Fraga do Sol y el sábado 21 de noviembre, nos hemos ido al Pindo.
Hay algunas novedades, sobre todo en el inicio de la ruta, donde tuvimos que repasar el terreno hasta dar con la nueva variante del camino que baja hasta O Rego das Caldeiras.
El anterior...mejor no seguirlo. El monte bajo lo ha borrado en algunos tramos por completo.
También es exigente la desviación a A Cova da Xoana, aunque menos expuesta.
Entre medias, El Valle do Rego das Caldeiras, arrasado por el fuego en el año 2013, nos mostró sus heridas y su resiliencia
Parece que alguna institución o asociación ha hecho un marcado relativo de la ruta, aunque de tal manera que dudamos que se vaya a llenar de gente: sigue siendo una ruta de montaña en la que las pocas señales que hay apenas sirven para informar a quien camina, cada cierto tiempo, de que va bien. Nos alegra que así sea, sigue siendo necesario saber andar por la montaña para completar este camino.
Y a veces, si no conoces la ruta, puedes preguntarte ¿por dónde va el camino?
Señal hay, pero camino, ya es otra cosa.
Y tal vez deba ser así para mantener el carácter salvaje de la travesía.
Cuando vayamos, volveremos a hacer el desvío de A Cova da Xoana, lugar mágico y hermoso, cargado de misterio. Hay muchas razones para hacer el esfuerzo.
La bajada final hasta O Fieiro, nuestro punto de partida, nos dejó las últimas vistas de la montaña, sus valles y sus rocas emblemáticas.
Ojalá que podamos compartir muy pronto esta ruta
¡¡Ojalá!!